CAJÓN DE SASTRE DONDE EL OGRO CUELGA SUS OPINONES , HALLAZGOS EN RED, "CREACIONES",Y MAS...ABIERTO A OPINIÓN Y DEBATE, ESO SI, MODERATE, QUE LOS OGROS TAMBIÉN MORDEMOS...I EL QUE DIU EL QUE VOL, SENT EL QUE NO VOL... A MI ME PASA...JE,JE,JE...

miércoles, 16 de diciembre de 2009







p a t i o


Hay un perro que ladra, una abuela que grita, y al centro del patio un quilombo de trastos viejos y papeles. La abuela insiste en que alguien bajó una maleta que no corresponde. Hoy es día de hoguera y quemamos todo lo que ya no sirve. La abuela dejó en su puerta una maleta que no quiere que arda. Marcelo, el que incendia, le grita que es tarde. A todo le echó gasolina. La maleta se abrió y los papeles que contiene ya destilan letras. La abuela grita, no quiere que se quemen las palabras. Luciana, soberbia, insiste en que ya no puede leerlas. La abuela es ciega. Todos murmuran y discuten. Perderá su nombre si nadie lo recuerda. “Búsquenme el nombre”, repite. “Usted se llama Consuelo” afirma Norberto, pero Norberto está loco y no se le hace caso. Marcelo enciende un largo palo, y la abuela desespera. Miedo me da que le dé algo. Algunas increpan a Marcelo, que se espere, que la abuela necesita su nombre. Y me señalan a mí para que lo busque. Salgo del patio y entro en la húmeda casita de la abuela. Rebusco en los cajones hasta encontrar una cartulina escrita en grandes letras: R E M E D I O S. No sé si encontré lo que la abuela busca. Salgo al patio y grito “¡Remedios!”. Todos callan. Se miran y comprenden. Marcelo por fin hace lo que más le gusta. El humo llena el patio y todos se meten en sus casas. La abuela, con un gesto, creo que me da las gracias. “¿Cómo te llamas?” pregunta. Me encojo de hombros y ando hacia la calle, dejando arder lo que no sirve ya de nada.